{ SUJK }
— Tienes labios de
felino (?)
— Aún tengo las marcas, pero lo valen si soy atendido con crema
de cacao. Eres mi felino especial.
— No te creas tanto,
Waccha es más especial (?) — Bromeó. — No lo sé, algo en tu cabeza estaba mal,
seguramente fue eso, Yuuto.
— Eso lo sabÃa, pero dije lo otro por si las dudas. — Rió de
manera leve cuando el menor le miro de mala gana. — A mi no me eches la culpa,
en todo caso reclámale a mis manos por ser tan brutas. Aunque se sintió bien,
debo admitir. Tienes buen ritmo, qué tambores Leda ¿No quieres ser mi bateria?
Más bien: ¿No quieres ser los tambores de mi baqueta?
A veces ni él se
creÃa tan gracioso, solamente era ocurrente y decÃa las cosas a modo de broma,
pero entonces, el menor comenzó a carcajearse e incluso golpeó la mesa. Él
terminó contagiado por la risa del otro, era su forma de tirarle un piropo a su
menor, aunque recordó la primera vez que lo hizo, también se carcajearon
aquella vez. — Declinas de mi oferta, pero cuando te tenga entre mis manos
vamos a ver sà lo haces realmente. Mi baqueta ya no querrá tus tambores. — Rió
levemente, haciendo un ademán de querer tomar más de su chocolate pero,
nuevamente rompió en risas.
Cuando les daba sus ataques de risa, ni quién los parara, era
tan buena esa relación que tenÃan, hasta se reÃan de sà mismos. Poco a poco fue
cesando su risa, hasta que tuvo que sostenerse el estómago. — No quiero
parches, esos no satisfacen; solo para estar seguros ¿Me dejas tocar? — Le
preguntó de manera divertida mientras terminaba todo el chocolate restante de
su taza, la cual dejó sobre la mesa cuando terminó, esperando por una respuesta
de su novio.
La pregunta del
menor llegó a sus oÃdos, y él, no dudó en asentir, no hacia falta que se lo
dijese con palabras. De pronto, su novio se levantó y él no pudo hacer nada,
más que mirar con atención. Separando un poco sus pies y removiéndose de su
asiento cuando el otro agregó lo último. Sà algo tenÃa él, era que, al momento
de sentarse, lo hacia con toda la masculinidad del mundo, porque era su manera
de sentarse, asà que... Trató de no quitar esa posición en que siempre se
sentaba. — Eso es mejor que tener a Mickey de fondo... — También le dedicó una sonrisa
de medio lado, y sin dejar de mirarlo.
¿En qué momento la situación habÃa cambiado tanto? Hace a penas
unos momentos se estaban muriendo de risa, y ahora se estaban seduciendo con
miradas y con esas insinuaciones de palabras. TenÃa que admitirlo, su novio
tenÃa ese aire coqueto en sus facciones, le encantaba... Porque, cuando se
ponÃa de aquella manera, cuando lo seducÃa, sus rasgos parecÃan cambiar. Sus
ojos no lo perdieron de vista, no, hasta que Yuuto comenzó a susurrarle, con
esa voz tan cautivadora que le hizo temblar. — ¿Extrañas mis manos...? — Le
cuestionó, siendo la cintura del otro, quien fue tomada por sus manos para
ponerlo en medio de sus propias piernas al estar sentando con éstas abiertas.
Sus manos hicieron un corto recorrido por la espalda baja de su novio, a
sabiendas que con eso podÃa provocarlo aún más.
Era verdad, desde
antes de navidad que no lo tocaba, que no se tocaban. Joder, pero habÃan pasado
tantas cosas, su trabajo, las vacaciones y luego esta nueva salida que… No le
habÃan permitido tener un encuentro sexual con el menor. Él estaba igual o más
ansioso, se morÃa por hacer contacto con aquella piel, que su cuerpo estuviese
cargado de placer una vez más… Que su menor fuese el dueño de sus gemidos una
vez más. Sus frentes se juntaron, y él también cerró los ojos, dejando que su
corazón y su respirar estuviesen al mil por segundo. —No sabes cómo me siento
yo... Tengo tantos deseos de hacerte el amor… — Confesó, levantándose de su
silla, sin despegar la frente de su novio con la propia, y arrinconando el
cuerpo de éste a la orilla de la mesa. — Yuuto…— Suspiró deseoso, acariciando
aquel rostro con la punta de su nariz, y alzando la playera del otro para poder
tocar más esa espalda que tenÃa a su merced pero, más que nada, eran sus labios
los que necesitaba ahora y no dudó en besarlo con vehemencia.
—Nada puede detenerme…—Susurró una vez más para dejarle bien en
claro que él tenÃa esas ganas de sentir ese cuerpo contra el suyo. De sentir
esos deseos que se juntaban y creaban una especie de detonación en la cama. —No
voy a responderte eso… — Sonrió divertido cuando sus labios entraron en
contacto con los ajenos, en ese momento fue que todo se le olvidó. Solamente
existÃan ellos dos y nadie más, solo sus bocas queriéndose demostrar cuan ansiosas
estaban de los besos del otro. Su lengua fue la que hizo contacto con los
rebordes de los labios ajenos, para delinearlos despaciosamente y luego
introdujo ese músculo en la cavidad ajena, haciendo la atrevida invitación a la
lengua del menor para que ambas pudiesen acariciarse tanto como ellos. Sus
manos estaban desesperadas, pronto recorrieron los costados del otro, alzando
más y más su ropa, hasta que éstas llegaron a ese pecho y se detuvo para
alcanzar las tetillas del menor, las cuales comenzó a acariciar con sus dedos
pulgares, haciendo movimientos circulares y tocándolo más con todo el derecho
que ya le pertenecÃa.
Joder, se estaba
excitando con esos besos, pues cuando el menor se dejaba llevar con él, era más
que perfecto todo el asunto. Sus lenguas danzando, y poniendo un ritmo que ni
ellos creÃan que podÃan tener. Sus manos acariciando cada rincón de la piel
ajena, deleitándose de mil maneras posibles con su novio, y llevando la
situación a otro nivel… Fue en ese momento que su novio decidió romper todo
beso para llamar su atención. — No me hagas esto… — Gruñó totalmente en
desacuerdo con eso de su lesión, hacia semanas que no lo tocaba… Al diablo con
su lesión, ya ni le dolÃa pero le habÃan querido reforzar por la tarde por si
las dudas, pero él estaba perfecto. —Estoy bien… No pasa nada, no me duele. —
Le robó un beso y le sonrió con toda seguridad. —¿Me vas a dejar con las ganas?
— Otro besó atacó a su menor, y continuó acariciando esos botoncillos que tenÃa
a su control. —¿Quieres que me quite el vendaje para ver que todo está en
orden? — Otra interrogativa y otro beso más. Joder, que viese las ganas que le
tenÃa, de verdad que no podÃa dejarlo asÃ… Lo deseaba tanto.
No podÃa ser posible, él ya estaba empalmado y su novio le
detenÃa toda acción. No tenÃa sentido poner en discusión el tema, tampoco era
un jodido desalmado para obligar al otro si no querÃa. A parte, se estaba
preocupando por su lesión de la noche anterior… PodÃa notarlo en sus facciones.
—Me los quiero quitar porque no los veo necesarios ya. — Replicó, mientras daba
seguimiento a esas manos que bajaban por su pecho y también por su vientre,
hasta que llegaron a su entrepierna y sin más, le sorprendió con el tacto que
hizo sobre ésta, haciendo que respingara un poco. —No sigas provocando. —
Comentó con una sonrisa divertida pero, luego esa pregunta retumbó en su
interior. ¿Qué lo atendiese? Era claro que la respuesta era un “SÔ. —¿Eso
quieres? Bien, sabes que por mà no hay problema, será un verdadero gusto,
Yuuto… —Reafirmó aquello.
De un momento su
cuerpo fue arrojado contra el filo de la mesa, fue tan repentino el movimiento
que no lo vio venir. — No siempre los docto…— Estaba a punto de decir algo
cuando esa boca se hizo con su lóbulo, casi le hizo boquear pero se tuvo que resistir.
Carajo, encima de que estaba aún excitado, le venÃa a hablar con ese tonito y a
hacer con su oÃdo lo que se le viniese en gana. Juraba que su frente ya se
estaba perlando en sudor, más cuando le ponÃan demasiada atención a su
entrepierna, la cual comenzaba a despertar más y más con esas caricias que el
otro le daba por encima de su pijama. Luego, el aliento del otro chocó contra
su oreja. —Eres cruel… — Susurró con una sonrisa plantada en los labios y con
un pequeño jadeo que salió segundos después. Lo siguiente que se vino, fue aún
más fuerte que su cordura, si querÃa aguantarse, era obvio que eso no le iba de
buenas a primeras, pues el tacto de esa mano contra su ya excitado miembro, le
hicieron estremecerse de pies a cabeza. Era ya la segunda vez que su menor le
atendÃa de esa manera, pero ahora venÃa con otras atenciones mejores para
complacerlo. Boqueó, resistiendo todo gemido que pudiese salir de su boca,
apoyando sus manos al filo de la mesa. —Joder… Yuuto… — Cerró los ojos para
tratar de relajarse pero, eso no pasó, ya estaba hirviendo. Aquel nombre que
pronunció, salió ahogadamente. Si el otro lo querÃa ver asÃ, entonces lo habÃa
logrado… Estaba ansioso por lo que ahora se avecinaba.
Ese guitarrista debÃa tener algo muy malo en la cabeza, porque,
no podÃa creer lo seductor que era cuando esas situaciones se imponÃan ante
ellos. Que claro, no tendrÃan sexo como tal pero, se le hacÃa muy injusto que
no lo dejase tocar ese cuerpo que tenÃa a su merced por su torcedura en el
cuello. Era lo más obvio que él estuviese jadeando porque ahora le estaban
estimulando su entrepierna de otra manera. Estuvo a punto de decir algo pero,
sus palabras se vieron interrumpidas por los besos y lamidas que su novio le
dedicaba en el hombro y parte de su clavÃcula. Joder, se estaba desarmando allÃ
mismo. Primero lo excitaba con su cuerpo y lo dejaba a medias, luego volvÃa a
excitarlo para torturarlo, eso era bastante cruel. Pero por cruel que fuera, le
gustaba de alguna manera. MaldecÃa la hora en que Yuuto se volvió tan
provocativo. —Carajo…—Se quejó, bajando la cabeza para poder boquear a gusto
con esa mano que hacia su trabajo demasiado bien, no por algo poseÃa un talento
innato en la guitarra. Algunos de sus cabellos se le pegaron en la frente, por
el sudor que perlaba a ésta y tuvo que presionar sus dedos contra el filo de la
mesa donde se estaba sosteniendo. ¡Y encima le decÃa ese tipo de cosas!
Diablos, se estaba prendiendo aún más. Si algo le excitaba, era que le hablaran
al oÃdo con ese tipo de vocabulario, lograban encender algo que era hasta
desconocido para él. Levantó la cabeza, sonriendo de lado, jadeante y
expectante por lo que ahora iba a acontecer. —No te quedes con el antojo…
Prueba lo que por derecho te pertenece… — Le incitó.
Claro que él era de
su propiedad, desde que se habÃan encamado, por decirlo de alguna manera. Pues
habÃa compartido esos momentos Ãntimos con el menor y, aunque sonase como
pelÃcula cursis, ambos se habÃan entregado porque se amaban ¿No? Para él, el
sexo no se hacÃa a la ligera con la primera persona que se te metÃa entre los
ojos, no. A él le gustaba conocer antes de actuar. —Eso quedó más que claro,
Yuuto… — Le insinuó sus palabras, observando ese aire divertido que el otro
portaba y adoptaba como suyo. Estaba tan ansioso de que aquello sucediera que
no le importaba nada, ni siquiera estar en un hotel a miles de kilómetros de su
casa. Solo estaba con su menor y lo demás quedaba en segundo término. Ni en sus
sueños más húmedos, se habÃa imaginado a su novio asÃ. De rodillas, a punto de
hacerle un oral, claro, tenÃa fantasÃas ¿Para qué negarlo? Pero dentro de ellas
no estaba el sexo oral, y ahora, hasta la boca se le secaba de tanto jadear.
Todo era culpa de ese demonio que tenÃa arrodillado entre sus piernas. Sonrió
ladino, al escuchar que, aquello también era de la propiedad del menor, no iba
poner aquello en discusión porque era la verdad. Pronto, su entrepierna quedó
exhibida, tan erecta y caliente; sentÃa pequeñas punzadas de lo excitado que se
encontraba. Su vista permaneció donde el menor, y luego se vio realmente
sorprendido por ese aire de inocencia que desprendÃa de quién sabe dónde.
¡Carajo! Sus facciones no ayudaban en nada. Labios gruesos, brillantes por la
reciente saliva que se habÃa encargado de dejarlos asÃ, tan sensuales, su vista
brillosa y deseosa, haciendo el suplicio de que él dijese algo para que
comenzara con su labor. Casi se le fue el aliento. No sabÃa por qué, pero eso
le habÃa encantado. —Hazlo ahora. — Ordenó, con seriedad y excitación. Hasta
tuvo el descaro de insinuar sus caderas, haciendo que la punta de su prominente
erección chocase con los gruesos labios de su amante.
¡Carajo! VenÃa esperando esto desde hace un rato y su novio
parecÃa divertirse; el tan duro y ansioso de sentir esa boca. Encima de todo, venÃa
con ese puchero… Maldición ¿Desde cuándo hacia ese tipo de gestos en una
situación asÃ? Se querÃa arrancar el cabello, uno por uno… No pudo evitarlo, se
sentÃa más excitado por los aires de inocencia que su novio desprendÃa. Al
diablo con sus facciones, ahora mismo se estaba arrepintiendo de haberle dicho
que radicaba inocencia cuando era todo lo contrario y ahora lo usaba para
provocarlo y encenderlo más si se podÃa. No pudo contenerse y tuvo que morderse
el labio, jalando consigo esa pieza metálica que le adornaba, para después
soltar ésta y dejando el área en un tono carmÃn. Igual su movimiento de caderas
habÃa molestado al menor, pero… ¿Cómo no querÃa que lo hiciera? Si lo tenÃa
esperando y su miembro estaba tan palpitante que hasta dolÃa. Lo siguiente que
se vino, le quitó el aliento… Abrió los ojos de manera desmesurada, pues su
novio comenzó a besar su ingle; sentÃa esos labios tan húmedos sobre esa parte
de su anatomÃa que, se podÃa notar a leguas que su respiración se agitaba más y
más… Para ser la primera vez con estos encuentros… Su novio no estaba nada
perdido. Poco a poco, esa humedad le fue recorriendo, desde su vientre hasta su
ombligo, haciendo que su dura carne, chocase contra la garganta del menor y que
una oleada de placer le atravesase todo el cuerpo. Su mirada continuaba
enfocada en su pareja. Sus ojos se iluminaban entre todas esas atenciones que
le dejaban boquiabierto, expectante, joder… Hasta sonaba exagerado pero, se
habÃa quedado mudo. Tragó saliva, incluso sus manos comenzaban a sudar y de
pronto se sentÃa tan… vulnerable. No estaba para hacerse preguntas ahora mismo,
estaba solo para disfrutar y dejarse seducir por esa mirada enternecida del
menor. Era imposible negarle algo si ponÃa esa cara; y tan asà fue el efecto
que le provocó que ya el otro se encontraba con las uñas sobre sus nalgas; le
mallugaba la piel, pero no le importaba; si tenÃa que sostenerse, que lo
hiciera y ya… —Eres un demonio… — Jadeó, con la frente sudorosa. —No me engañas
con esa cara pero… Me encantas... asà que… si no quieres que tu novio se
desespere, es mejor que le atiendas. — Todo lo dijo con una voz jadeante,
dejándolo realmente expuesto ante las seducciones del guitarrista, aquel que
era el único que le podÃa robar el aliento, las palabras… Las ideas, aquel que
podÃa encenderlo de un momento otro y dejarlo en confusión y sin medida de
tiempo.
Venga, que en toda
su vida jamás le habÃan hecho algo asÃ. ¿Por qué todo lo estaba descubriendo
junto al menor? Desde la cosa más mÃnima, hasta una buena felación como la que
le estaba a punto de hacer. Esa no era una fantasÃa que inundase su mente
realmente; la mayor fantasÃa que habÃa tenido después de semanas de noviazgo
con Yuuto, era hacer el amor. Aunque no tenÃa muy en claro cómo hacerlo
exactamente porque nunca habÃa estado con un nombre, conocÃa el protocolo pero
de eso a llevarlo a cabo, eran dos cosas muy distintas. Ahora, el sexo oral
pintaba de otra manera, no era simplemente meter aquello en la boca, y decir:
“Esto es sexo oral”. Con Yuuto las cosas nunca eran asà de simples y lo sabÃa.
Pensaba que algo como aquello era un poco simple, sÃ, pero la manera en que el
guitarrista le mimaba hasta en ese ámbito, la dedicación que le ponÃa y la
sensualidad que desprendÃa… Le dejó con la boca abierta, con las emociones y el
deseo a flor de piel. ¿Qué no eso se daba ya cuando tenÃan sexo? ¡Pues no! Se
habÃa equivocado completamente, porque el castaño estaba haciendo aquello
simple, en algo más allá de sus expectativas y estaba cautivado, ansioso y
bastante caliente. —Deja de ronronear… Me estás matando… — Bajó la cabeza, sus
cabellos hicieron una cortina para que su rostro quedase cubierto por completo,
dejando a la vista su nariz solamente. Encima de todo le veÃan a fanfarronear,
y el frunció de manera leve su ceño pero éste evidentemente no pudo ser notado.
—Eres imposible… — Jadeó, separando más sus piernas para que el otro tuviese la
libertad de acomodarse. —Perdà la cabeza por ti, pero tienes oportunidad de
arrancarme los gemidos a tu antojo… — Masculló. Apretaba los dientes, apretaba
los labios también, y es que ya se estaba dejando en plena debilidad… Estaba
seguro que no iba a aguantar mucho. —Ngh… Joder… — Gimió con voluptuosidad.
SentÃa que se ahogaba con tan solo unos cuantos besos de Yuuto sobre su palpitante
excitación. Ahora sus manos se empuñaron sobre el filo de la mesa cuando sintió
que la boca húmeda de Yuuto se echaba toda la extensión sin problemas; sus
cabellos continuaban cubriendo su rostro, aquel que estaba pintado de color
carmÃn por el calor que lo sofocaba y que mataba lentamente su impudicia dentro
de un ahogado y torturoso deseo. — ¡Ahh… Yuuto…! — No podÃa creeré las
vocalizaciones que salÃan de manera natural de su boca… Estaba teniendo la
mejor de las atenciones en su entrepierna, su cuerpo lo sabÃa y lo pedÃa a
gritos. De sus sienes, unas gotas de sudor corrÃan morosamente y sus cabellos
comenzaron a pegársele en la frente debido a que ésta misma ya estaba perlada
en sudor. —AsÃ… Mngh… — Se dejó llevar, y como acto reflejo, comenzó a mover
sus caderas de atrás hacia delante, lentamente al ritmo que la boca del
guitarrista imponÃa…
CabÃa destacar que Yuuto era el que estaba poniendo el control
en toda esa situación. Hacia unos minutos él estaba que se morÃa por hacerle el
amor a su pareja como un demente, y ahora las cosas se habÃan invertido. A
pesar de la calentura, Yuuto habÃa pensado en salud antes pero a él no le habÃa
importado, joder… A qué grado habÃa llegado. ¿Tan deseoso se habÃa vuelto con el
guitarrista? Pese a su lesión, se estaba llevando el menor de los placeres: La
boca de menor lo dejó por demás fascinado. Si, estaba gimiendo como un demente,
si, estaba sudando como quien hace una rutina de ejercicio, si, estaba que
echaba todos sus deseos por la borda, y esa borda era la boca del menor.
—Carajo… — Masculló, echó la cabeza hacia tras cuando no pudo más. Era tal el
calor que lo estaba sofocando que al final le dio la cara; estaba colorado,
sudoroso. Ahora mantenÃa la cabeza hacia tras, abrió los ojos y miró hacia el
techo. Borroso. Todo estaba borroso y en su interior todo hervÃa. Bendito Yuuto
y su boca perfecta… Por momentos arqueó la espalda pues ahora las atenciones
eran más marcadas y comenzó a respirar más rápido aún. — ¡Mngh…! Sus manos
fueron guiadas hasta la cabeza del otro, por un momento pensó en que ya no
tenÃa ese apoyo para seguir conteniéndose, pero los cabellos de su novio eran
algo con lo que podÃa mitigar todo eso, asà que sin esperar a más y sin culpa
alguna: apresó los cabellos castaños entre sus dedos, obviamente que no lo
hacÃa de manera brusca, solo estaba buscando cierto apoyo. Encorvó un tanto su
cuerpo, sostuvo bien la cabeza del otro pese al ferocidad que le estaba
causando a esas hebras. —Tu boca es tan deleitable, Yuuto… — Confesó. Era su
turno ¿No? Tomó aire y valiéndose por sà mismo, comenzó a penetrar y a embestir
esa boca para satisfacerse. Una, dos, tres… cinco veces… Joder, podÃa sentir la
garganta del menor contra la punta de su exorbitante erección. — ¡Ahh… Tan
excitante….Mngh…! — Estaba cabizbajo nuevamente, mirando con atención al otro.
PodÃa notar el descaro que esa erección tenÃa al asomarse por encima del pijama
ajeno, carajo… Los dos con atenciones qué atender, estaba perdiendo la cabeza.
— Me encanta… — Estaba totalmente absorto de lo que decÃa. Pero aún asà no dejó
de embestir la boca de Yuuto, con cuidado de no ser tan bruto, la idea no era
ahogarlo o provocar otra cosa, la idea principal era darse placer con ese
método que ahora estaba seguro que le habÃa encantado más allá de sus
expectativas anteriores.
Entre sus dedos, los
cabellos castaños del menor estaban siendo maltratados. Al carajo si la cabeza
le quedaba adolorida por los maltratos, pero simplemente no podÃa evitarlo. El
menor lo tenÃa gimiendo como condenado al darle esa clase de atenciones. Plantó
bien los pies contra el suelo y una de sus manos pasó a la parte trasera de la
cabeza ajena, ahÃ, apretó con fuerza con toda la palma extendida y empujó al
otro, haciendo que esa boca engullese aún más su miembro si se podÃa. —¡Ahh…! —
Apretó los ojos cuando comenzó a embestirle. Al frente y hacia atrás, a frente
y hacia atrás, ahora mantenÃa le ritmo en la boca de Yuuto al mover esa cabeza
de atrás hacia delante, una y otra vez. Profundo, con calma, luego de manera un
poco agresiva y rápida y asà consecutivamente hasta poder saciarse. SentÃa que
toda su extensión estaba bastante bien lubricada por la saliva que Yuuto
emanaba de su boca, de esa deliciosa boca que hacia milagros y le estaba llevando
al borde de placer mismo. El guitarrista se estaba masturbando también, pudo
notarlo cuando éste ya mantenÃa aquella mano dentro del pantalón de ese pijama.
Aunque no fuese una masturbación directa, algo dentro de él se encendió al
imaginarse otras cosas con esa escena… La mente era poderosa y lo sabÃa. Aunque
no hubiesen hecho el amor por una prevención a su salud, esto lo estaba
gozando, seguramente iba a quedar grabado en su memoria. ¿Quién te hacia un
oral en una habitación de hotel con temática de Disney? Realmente bizarro ¿No?
SentÃa el final cerca, bastante cerca… No dejaba de hacer esos movimientos
pélvicos, como si de verdad estuviese profanando otra parte de la anatomÃa del
menor, solo que todo era diferente. La boca húmeda y caliente del menor tenÃa
bastante más espacio, era un pervertido de lo peor… No podÃa dejar de pensar en
otra cosa que no tuviese que ver con la obscenidad, era un caso perdido cuando
Yuuto le hacÃa perder la cabeza. —¡Mhgn… Yuuto! — Un último llamado al menor,
era el anuncio de que se correrÃa en esa boca. Y asà fue como sucedió. Todo en
su cuerpo hervÃa, se sentÃa en un horno, y todos sus músculos se tensaron.
Apretó con más ganas la cabeza del menor y metió más su entrepierna hasta tocar
la garganta ajena, asà permaneció quieto mientras eyaculaba, regando todo su
semen en esa garganta. No querÃa que aquello se viese tan grotesco de alguna
manera. Claro, como solÃan pasarlo en los vÃdeos para adultos, hasta en eso no
querÃa ser o actuar como ellos ¿Para qué? En realidad lo que buscaba era que
Yuuto le probase mejor, que sintiese lo que era eyacular con gusto en su
cavidad pero más que nada, que probase aquello que lo inundaba cada que le
hacÃa el amor. Jadeó, destensando el cuerpo de apoco cuando aquel espasmo fue
abandonando su cuerpo. HabÃa tenido su primer oral y vaya que lo habÃa
disfrutado como nadie.
0 comentarios:
Publicar un comentario