miércoles, 21 de enero de 2015

21 de Enero 2015: Noche en Tokio Disneyland

 

{ SUJK }

— Tienes labios de felino (?)

— Aún tengo las marcas, pero lo valen si soy atendido con crema de cacao. Eres mi felino especial.

— No te creas tanto, Waccha es más especial (?) — Bromeó. — No lo sé, algo en tu cabeza estaba mal, seguramente fue eso, Yuuto.

— Eso lo sabía, pero dije lo otro por si las dudas. — Rió de manera leve cuando el menor le miro de mala gana. — A mi no me eches la culpa, en todo caso reclámale a mis manos por ser tan brutas. Aunque se sintió bien, debo admitir. Tienes buen ritmo, qué tambores Leda ¿No quieres ser mi bateria? Más bien: ¿No quieres ser los tambores de mi baqueta?

A veces ni él se creía tan gracioso, solamente era ocurrente y decía las cosas a modo de broma, pero entonces, el menor comenzó a carcajearse e incluso golpeó la mesa. Él terminó contagiado por la risa del otro, era su forma de tirarle un piropo a su menor, aunque recordó la primera vez que lo hizo, también se carcajearon aquella vez. — Declinas de mi oferta, pero cuando te tenga entre mis manos vamos a ver sí lo haces realmente. Mi baqueta ya no querrá tus tambores. — Rió levemente, haciendo un ademán de querer tomar más de su chocolate pero, nuevamente rompió en risas.

Cuando les daba sus ataques de risa, ni quién los parara, era tan buena esa relación que tenían, hasta se reían de sí mismos. Poco a poco fue cesando su risa, hasta que tuvo que sostenerse el estómago. — No quiero parches, esos no satisfacen; solo para estar seguros ¿Me dejas tocar? — Le preguntó de manera divertida mientras terminaba todo el chocolate restante de su taza, la cual dejó sobre la mesa cuando terminó, esperando por una respuesta de su novio.

La pregunta del menor llegó a sus oídos, y él, no dudó en asentir, no hacia falta que se lo dijese con palabras. De pronto, su novio se levantó y él no pudo hacer nada, más que mirar con atención. Separando un poco sus pies y removiéndose de su asiento cuando el otro agregó lo último. Sí algo tenía él, era que, al momento de sentarse, lo hacia con toda la masculinidad del mundo, porque era su manera de sentarse, así que... Trató de no quitar esa posición en que siempre se sentaba. — Eso es mejor que tener a Mickey de fondo... — También le dedicó una sonrisa de medio lado, y sin dejar de mirarlo.

¿En qué momento la situación había cambiado tanto? Hace a penas unos momentos se estaban muriendo de risa, y ahora se estaban seduciendo con miradas y con esas insinuaciones de palabras. Tenía que admitirlo, su novio tenía ese aire coqueto en sus facciones, le encantaba... Porque, cuando se ponía de aquella manera, cuando lo seducía, sus rasgos parecían cambiar. Sus ojos no lo perdieron de vista, no, hasta que Yuuto comenzó a susurrarle, con esa voz tan cautivadora que le hizo temblar. — ¿Extrañas mis manos...? — Le cuestionó, siendo la cintura del otro, quien fue tomada por sus manos para ponerlo en medio de sus propias piernas al estar sentando con éstas abiertas. Sus manos hicieron un corto recorrido por la espalda baja de su novio, a sabiendas que con eso podía provocarlo aún más.

Era verdad, desde antes de navidad que no lo tocaba, que no se tocaban. Joder, pero habían pasado tantas cosas, su trabajo, las vacaciones y luego esta nueva salida que… No le habían permitido tener un encuentro sexual con el menor. Él estaba igual o más ansioso, se moría por hacer contacto con aquella piel, que su cuerpo estuviese cargado de placer una vez más… Que su menor fuese el dueño de sus gemidos una vez más. Sus frentes se juntaron, y él también cerró los ojos, dejando que su corazón y su respirar estuviesen al mil por segundo. —No sabes cómo me siento yo... Tengo tantos deseos de hacerte el amor… — Confesó, levantándose de su silla, sin despegar la frente de su novio con la propia, y arrinconando el cuerpo de éste a la orilla de la mesa. — Yuuto…— Suspiró deseoso, acariciando aquel rostro con la punta de su nariz, y alzando la playera del otro para poder tocar más esa espalda que tenía a su merced pero, más que nada, eran sus labios los que necesitaba ahora y no dudó en besarlo con vehemencia.

—Nada puede detenerme…—Susurró una vez más para dejarle bien en claro que él tenía esas ganas de sentir ese cuerpo contra el suyo. De sentir esos deseos que se juntaban y creaban una especie de detonación en la cama. —No voy a responderte eso… — Sonrió divertido cuando sus labios entraron en contacto con los ajenos, en ese momento fue que todo se le olvidó. Solamente existían ellos dos y nadie más, solo sus bocas queriéndose demostrar cuan ansiosas estaban de los besos del otro. Su lengua fue la que hizo contacto con los rebordes de los labios ajenos, para delinearlos despaciosamente y luego introdujo ese músculo en la cavidad ajena, haciendo la atrevida invitación a la lengua del menor para que ambas pudiesen acariciarse tanto como ellos. Sus manos estaban desesperadas, pronto recorrieron los costados del otro, alzando más y más su ropa, hasta que éstas llegaron a ese pecho y se detuvo para alcanzar las tetillas del menor, las cuales comenzó a acariciar con sus dedos pulgares, haciendo movimientos circulares y tocándolo más con todo el derecho que ya le pertenecía.

Joder, se estaba excitando con esos besos, pues cuando el menor se dejaba llevar con él, era más que perfecto todo el asunto. Sus lenguas danzando, y poniendo un ritmo que ni ellos creían que podían tener. Sus manos acariciando cada rincón de la piel ajena, deleitándose de mil maneras posibles con su novio, y llevando la situación a otro nivel… Fue en ese momento que su novio decidió romper todo beso para llamar su atención. — No me hagas esto… — Gruñó totalmente en desacuerdo con eso de su lesión, hacia semanas que no lo tocaba… Al diablo con su lesión, ya ni le dolía pero le habían querido reforzar por la tarde por si las dudas, pero él estaba perfecto. —Estoy bien… No pasa nada, no me duele. — Le robó un beso y le sonrió con toda seguridad. —¿Me vas a dejar con las ganas? — Otro besó atacó a su menor, y continuó acariciando esos botoncillos que tenía a su control. —¿Quieres que me quite el vendaje para ver que todo está en orden? — Otra interrogativa y otro beso más. Joder, que viese las ganas que le tenía, de verdad que no podía dejarlo así… Lo deseaba tanto.

No podía ser posible, él ya estaba empalmado y su novio le detenía toda acción. No tenía sentido poner en discusión el tema, tampoco era un jodido desalmado para obligar al otro si no quería. A parte, se estaba preocupando por su lesión de la noche anterior… Podía notarlo en sus facciones. —Me los quiero quitar porque no los veo necesarios ya. — Replicó, mientras daba seguimiento a esas manos que bajaban por su pecho y también por su vientre, hasta que llegaron a su entrepierna y sin más, le sorprendió con el tacto que hizo sobre ésta, haciendo que respingara un poco. —No sigas provocando. — Comentó con una sonrisa divertida pero, luego esa pregunta retumbó en su interior. ¿Qué lo atendiese? Era claro que la respuesta era un “Sí”. —¿Eso quieres? Bien, sabes que por mí no hay problema, será un verdadero gusto, Yuuto… —Reafirmó aquello.

De un momento su cuerpo fue arrojado contra el filo de la mesa, fue tan repentino el movimiento que no lo vio venir. — No siempre los docto…— Estaba a punto de decir algo cuando esa boca se hizo con su lóbulo, casi le hizo boquear pero se tuvo que resistir. Carajo, encima de que estaba aún excitado, le venía a hablar con ese tonito y a hacer con su oído lo que se le viniese en gana. Juraba que su frente ya se estaba perlando en sudor, más cuando le ponían demasiada atención a su entrepierna, la cual comenzaba a despertar más y más con esas caricias que el otro le daba por encima de su pijama. Luego, el aliento del otro chocó contra su oreja. —Eres cruel… — Susurró con una sonrisa plantada en los labios y con un pequeño jadeo que salió segundos después. Lo siguiente que se vino, fue aún más fuerte que su cordura, si quería aguantarse, era obvio que eso no le iba de buenas a primeras, pues el tacto de esa mano contra su ya excitado miembro, le hicieron estremecerse de pies a cabeza. Era ya la segunda vez que su menor le atendía de esa manera, pero ahora venía con otras atenciones mejores para complacerlo. Boqueó, resistiendo todo gemido que pudiese salir de su boca, apoyando sus manos al filo de la mesa. —Joder… Yuuto… — Cerró los ojos para tratar de relajarse pero, eso no pasó, ya estaba hirviendo. Aquel nombre que pronunció, salió ahogadamente. Si el otro lo quería ver así, entonces lo había logrado… Estaba ansioso por lo que ahora se avecinaba.

Ese guitarrista debía tener algo muy malo en la cabeza, porque, no podía creer lo seductor que era cuando esas situaciones se imponían ante ellos. Que claro, no tendrían sexo como tal pero, se le hacía muy injusto que no lo dejase tocar ese cuerpo que tenía a su merced por su torcedura en el cuello. Era lo más obvio que él estuviese jadeando porque ahora le estaban estimulando su entrepierna de otra manera. Estuvo a punto de decir algo pero, sus palabras se vieron interrumpidas por los besos y lamidas que su novio le dedicaba en el hombro y parte de su clavícula. Joder, se estaba desarmando allí mismo. Primero lo excitaba con su cuerpo y lo dejaba a medias, luego volvía a excitarlo para torturarlo, eso era bastante cruel. Pero por cruel que fuera, le gustaba de alguna manera. Maldecía la hora en que Yuuto se volvió tan provocativo. —Carajo…—Se quejó, bajando la cabeza para poder boquear a gusto con esa mano que hacia su trabajo demasiado bien, no por algo poseía un talento innato en la guitarra. Algunos de sus cabellos se le pegaron en la frente, por el sudor que perlaba a ésta y tuvo que presionar sus dedos contra el filo de la mesa donde se estaba sosteniendo. ¡Y encima le decía ese tipo de cosas! Diablos, se estaba prendiendo aún más. Si algo le excitaba, era que le hablaran al oído con ese tipo de vocabulario, lograban encender algo que era hasta desconocido para él. Levantó la cabeza, sonriendo de lado, jadeante y expectante por lo que ahora iba a acontecer. —No te quedes con el antojo… Prueba lo que por derecho te pertenece… — Le incitó.

Claro que él era de su propiedad, desde que se habían encamado, por decirlo de alguna manera. Pues había compartido esos momentos íntimos con el menor y, aunque sonase como película cursis, ambos se habían entregado porque se amaban ¿No? Para él, el sexo no se hacía a la ligera con la primera persona que se te metía entre los ojos, no. A él le gustaba conocer antes de actuar. —Eso quedó más que claro, Yuuto… — Le insinuó sus palabras, observando ese aire divertido que el otro portaba y adoptaba como suyo. Estaba tan ansioso de que aquello sucediera que no le importaba nada, ni siquiera estar en un hotel a miles de kilómetros de su casa. Solo estaba con su menor y lo demás quedaba en segundo término. Ni en sus sueños más húmedos, se había imaginado a su novio así. De rodillas, a punto de hacerle un oral, claro, tenía fantasías ¿Para qué negarlo? Pero dentro de ellas no estaba el sexo oral, y ahora, hasta la boca se le secaba de tanto jadear. Todo era culpa de ese demonio que tenía arrodillado entre sus piernas. Sonrió ladino, al escuchar que, aquello también era de la propiedad del menor, no iba poner aquello en discusión porque era la verdad. Pronto, su entrepierna quedó exhibida, tan erecta y caliente; sentía pequeñas punzadas de lo excitado que se encontraba. Su vista permaneció donde el menor, y luego se vio realmente sorprendido por ese aire de inocencia que desprendía de quién sabe dónde. ¡Carajo! Sus facciones no ayudaban en nada. Labios gruesos, brillantes por la reciente saliva que se había encargado de dejarlos así, tan sensuales, su vista brillosa y deseosa, haciendo el suplicio de que él dijese algo para que comenzara con su labor. Casi se le fue el aliento. No sabía por qué, pero eso le había encantado. —Hazlo ahora. — Ordenó, con seriedad y excitación. Hasta tuvo el descaro de insinuar sus caderas, haciendo que la punta de su prominente erección chocase con los gruesos labios de su amante.

¡Carajo! Venía esperando esto desde hace un rato y su novio parecía divertirse; el tan duro y ansioso de sentir esa boca. Encima de todo, venía con ese puchero… Maldición ¿Desde cuándo hacia ese tipo de gestos en una situación así? Se quería arrancar el cabello, uno por uno… No pudo evitarlo, se sentía más excitado por los aires de inocencia que su novio desprendía. Al diablo con sus facciones, ahora mismo se estaba arrepintiendo de haberle dicho que radicaba inocencia cuando era todo lo contrario y ahora lo usaba para provocarlo y encenderlo más si se podía. No pudo contenerse y tuvo que morderse el labio, jalando consigo esa pieza metálica que le adornaba, para después soltar ésta y dejando el área en un tono carmín. Igual su movimiento de caderas había molestado al menor, pero… ¿Cómo no quería que lo hiciera? Si lo tenía esperando y su miembro estaba tan palpitante que hasta dolía. Lo siguiente que se vino, le quitó el aliento… Abrió los ojos de manera desmesurada, pues su novio comenzó a besar su ingle; sentía esos labios tan húmedos sobre esa parte de su anatomía que, se podía notar a leguas que su respiración se agitaba más y más… Para ser la primera vez con estos encuentros… Su novio no estaba nada perdido. Poco a poco, esa humedad le fue recorriendo, desde su vientre hasta su ombligo, haciendo que su dura carne, chocase contra la garganta del menor y que una oleada de placer le atravesase todo el cuerpo. Su mirada continuaba enfocada en su pareja. Sus ojos se iluminaban entre todas esas atenciones que le dejaban boquiabierto, expectante, joder… Hasta sonaba exagerado pero, se había quedado mudo. Tragó saliva, incluso sus manos comenzaban a sudar y de pronto se sentía tan… vulnerable. No estaba para hacerse preguntas ahora mismo, estaba solo para disfrutar y dejarse seducir por esa mirada enternecida del menor. Era imposible negarle algo si ponía esa cara; y tan así fue el efecto que le provocó que ya el otro se encontraba con las uñas sobre sus nalgas; le mallugaba la piel, pero no le importaba; si tenía que sostenerse, que lo hiciera y ya… —Eres un demonio… — Jadeó, con la frente sudorosa. —No me engañas con esa cara pero… Me encantas... así que… si no quieres que tu novio se desespere, es mejor que le atiendas. — Todo lo dijo con una voz jadeante, dejándolo realmente expuesto ante las seducciones del guitarrista, aquel que era el único que le podía robar el aliento, las palabras… Las ideas, aquel que podía encenderlo de un momento otro y dejarlo en confusión y sin medida de tiempo.

Venga, que en toda su vida jamás le habían hecho algo así. ¿Por qué todo lo estaba descubriendo junto al menor? Desde la cosa más mínima, hasta una buena felación como la que le estaba a punto de hacer. Esa no era una fantasía que inundase su mente realmente; la mayor fantasía que había tenido después de semanas de noviazgo con Yuuto, era hacer el amor. Aunque no tenía muy en claro cómo hacerlo exactamente porque nunca había estado con un nombre, conocía el protocolo pero de eso a llevarlo a cabo, eran dos cosas muy distintas. Ahora, el sexo oral pintaba de otra manera, no era simplemente meter aquello en la boca, y decir: “Esto es sexo oral”. Con Yuuto las cosas nunca eran así de simples y lo sabía. Pensaba que algo como aquello era un poco simple, sí, pero la manera en que el guitarrista le mimaba hasta en ese ámbito, la dedicación que le ponía y la sensualidad que desprendía… Le dejó con la boca abierta, con las emociones y el deseo a flor de piel. ¿Qué no eso se daba ya cuando tenían sexo? ¡Pues no! Se había equivocado completamente, porque el castaño estaba haciendo aquello simple, en algo más allá de sus expectativas y estaba cautivado, ansioso y bastante caliente. —Deja de ronronear… Me estás matando… — Bajó la cabeza, sus cabellos hicieron una cortina para que su rostro quedase cubierto por completo, dejando a la vista su nariz solamente. Encima de todo le veían a fanfarronear, y el frunció de manera leve su ceño pero éste evidentemente no pudo ser notado. —Eres imposible… — Jadeó, separando más sus piernas para que el otro tuviese la libertad de acomodarse. —Perdí la cabeza por ti, pero tienes oportunidad de arrancarme los gemidos a tu antojo… — Masculló. Apretaba los dientes, apretaba los labios también, y es que ya se estaba dejando en plena debilidad… Estaba seguro que no iba a aguantar mucho. —Ngh… Joder… — Gimió con voluptuosidad. Sentía que se ahogaba con tan solo unos cuantos besos de Yuuto sobre su palpitante excitación. Ahora sus manos se empuñaron sobre el filo de la mesa cuando sintió que la boca húmeda de Yuuto se echaba toda la extensión sin problemas; sus cabellos continuaban cubriendo su rostro, aquel que estaba pintado de color carmín por el calor que lo sofocaba y que mataba lentamente su impudicia dentro de un ahogado y torturoso deseo. — ¡Ahh… Yuuto…! — No podía creeré las vocalizaciones que salían de manera natural de su boca… Estaba teniendo la mejor de las atenciones en su entrepierna, su cuerpo lo sabía y lo pedía a gritos. De sus sienes, unas gotas de sudor corrían morosamente y sus cabellos comenzaron a pegársele en la frente debido a que ésta misma ya estaba perlada en sudor. —Así… Mngh… — Se dejó llevar, y como acto reflejo, comenzó a mover sus caderas de atrás hacia delante, lentamente al ritmo que la boca del guitarrista imponía…

Cabía destacar que Yuuto era el que estaba poniendo el control en toda esa situación. Hacia unos minutos él estaba que se moría por hacerle el amor a su pareja como un demente, y ahora las cosas se habían invertido. A pesar de la calentura, Yuuto había pensado en salud antes pero a él no le había importado, joder… A qué grado había llegado. ¿Tan deseoso se había vuelto con el guitarrista? Pese a su lesión, se estaba llevando el menor de los placeres: La boca de menor lo dejó por demás fascinado. Si, estaba gimiendo como un demente, si, estaba sudando como quien hace una rutina de ejercicio, si, estaba que echaba todos sus deseos por la borda, y esa borda era la boca del menor. —Carajo… — Masculló, echó la cabeza hacia tras cuando no pudo más. Era tal el calor que lo estaba sofocando que al final le dio la cara; estaba colorado, sudoroso. Ahora mantenía la cabeza hacia tras, abrió los ojos y miró hacia el techo. Borroso. Todo estaba borroso y en su interior todo hervía. Bendito Yuuto y su boca perfecta… Por momentos arqueó la espalda pues ahora las atenciones eran más marcadas y comenzó a respirar más rápido aún. — ¡Mngh…! Sus manos fueron guiadas hasta la cabeza del otro, por un momento pensó en que ya no tenía ese apoyo para seguir conteniéndose, pero los cabellos de su novio eran algo con lo que podía mitigar todo eso, así que sin esperar a más y sin culpa alguna: apresó los cabellos castaños entre sus dedos, obviamente que no lo hacía de manera brusca, solo estaba buscando cierto apoyo. Encorvó un tanto su cuerpo, sostuvo bien la cabeza del otro pese al ferocidad que le estaba causando a esas hebras. —Tu boca es tan deleitable, Yuuto… — Confesó. Era su turno ¿No? Tomó aire y valiéndose por sí mismo, comenzó a penetrar y a embestir esa boca para satisfacerse. Una, dos, tres… cinco veces… Joder, podía sentir la garganta del menor contra la punta de su exorbitante erección. — ¡Ahh… Tan excitante….Mngh…! — Estaba cabizbajo nuevamente, mirando con atención al otro. Podía notar el descaro que esa erección tenía al asomarse por encima del pijama ajeno, carajo… Los dos con atenciones qué atender, estaba perdiendo la cabeza. — Me encanta… — Estaba totalmente absorto de lo que decía. Pero aún así no dejó de embestir la boca de Yuuto, con cuidado de no ser tan bruto, la idea no era ahogarlo o provocar otra cosa, la idea principal era darse placer con ese método que ahora estaba seguro que le había encantado más allá de sus expectativas anteriores.

Entre sus dedos, los cabellos castaños del menor estaban siendo maltratados. Al carajo si la cabeza le quedaba adolorida por los maltratos, pero simplemente no podía evitarlo. El menor lo tenía gimiendo como condenado al darle esa clase de atenciones. Plantó bien los pies contra el suelo y una de sus manos pasó a la parte trasera de la cabeza ajena, ahí, apretó con fuerza con toda la palma extendida y empujó al otro, haciendo que esa boca engullese aún más su miembro si se podía. —¡Ahh…! — Apretó los ojos cuando comenzó a embestirle. Al frente y hacia atrás, a frente y hacia atrás, ahora mantenía le ritmo en la boca de Yuuto al mover esa cabeza de atrás hacia delante, una y otra vez. Profundo, con calma, luego de manera un poco agresiva y rápida y así consecutivamente hasta poder saciarse. Sentía que toda su extensión estaba bastante bien lubricada por la saliva que Yuuto emanaba de su boca, de esa deliciosa boca que hacia milagros y le estaba llevando al borde de placer mismo. El guitarrista se estaba masturbando también, pudo notarlo cuando éste ya mantenía aquella mano dentro del pantalón de ese pijama. Aunque no fuese una masturbación directa, algo dentro de él se encendió al imaginarse otras cosas con esa escena… La mente era poderosa y lo sabía. Aunque no hubiesen hecho el amor por una prevención a su salud, esto lo estaba gozando, seguramente iba a quedar grabado en su memoria. ¿Quién te hacia un oral en una habitación de hotel con temática de Disney? Realmente bizarro ¿No? Sentía el final cerca, bastante cerca… No dejaba de hacer esos movimientos pélvicos, como si de verdad estuviese profanando otra parte de la anatomía del menor, solo que todo era diferente. La boca húmeda y caliente del menor tenía bastante más espacio, era un pervertido de lo peor… No podía dejar de pensar en otra cosa que no tuviese que ver con la obscenidad, era un caso perdido cuando Yuuto le hacía perder la cabeza. —¡Mhgn… Yuuto! — Un último llamado al menor, era el anuncio de que se correría en esa boca. Y así fue como sucedió. Todo en su cuerpo hervía, se sentía en un horno, y todos sus músculos se tensaron. Apretó con más ganas la cabeza del menor y metió más su entrepierna hasta tocar la garganta ajena, así permaneció quieto mientras eyaculaba, regando todo su semen en esa garganta. No quería que aquello se viese tan grotesco de alguna manera. Claro, como solían pasarlo en los vídeos para adultos, hasta en eso no quería ser o actuar como ellos ¿Para qué? En realidad lo que buscaba era que Yuuto le probase mejor, que sintiese lo que era eyacular con gusto en su cavidad pero más que nada, que probase aquello que lo inundaba cada que le hacía el amor. Jadeó, destensando el cuerpo de apoco cuando aquel espasmo fue abandonando su cuerpo. Había tenido su primer oral y vaya que lo había disfrutado como nadie.
 

0 comentarios:

Publicar un comentario